lunes, 25 de febrero de 2013

De espectadores a protagonistas



Cuando escribí uno de los posts del blog que trataba sobre la revolución tecnológica que estamos viviendo y lo que hemos cambiado en poco más de 20 años (revolucionando nuestras vidas), empecé a pensar en algo que, aunque bastante evidente, no se suele decir mucho: Cómo esta revolución está afectando a las personas, cómo hemos pasado de ser meros espectadores de lo que pasaba en el mundo a tener la posibilidad de ser más protagonistas e intervenir en ello.

Es así, hace unos 20 años éramos unos meros espectadores, veíamos pasar los acontecimientos: los veíamos por la televisión, los oíamos por la radio o bien los leíamos en los periódicos. Si, teníamos información, pero no podíamos hacer nada con ella o muy poco, y, nuestro radio de actuación se limitaba a nuestro círculo más próximo (siempre hablando de las personas anónimas, es decir, si no eras famoso), la repercusión de lo que pudieras decir o hacer estaba bastante limitada.

Con la aparición de Internet y las nuevas tecnologías, sobre todo las móviles, sin apenas darnos cuenta, hemos tomado el control de la red. Internet nos proporciona un poder del cual quizás no somos totalmente conscientes. No me deja de fascinar, como una opinión mía, pueda ser tenida en cuenta o leída de forma inmediata  por una persona que vive a miles de kilómetros y que ni siquiera conozco. Podemos tener mucha información, como ya teníamos, pero a parte podemos utilizarla, podemos ser protagonistas de lo que pasa, podemos opinar, quejarnos, dar soporte a iniciativas, y un sinfín de cosas que nos permiten estar incluidos de alguna manera en esta globalización, sin tener que realizar demasiado esfuerzo, solo con el soporte de las redes sociales, de blogs, de micro blogging (como twitter), etc...

Es también fascinante ver como las redes sociales ayudan a unir a gente con un objetivo común con una velocidad realmente sorprendente. O como se puede influenciar en la gente a través de las nuevas tecnologías, incluso para campañas políticas. Está claro que todo ello también tiene sus riesgos y hemos de saber manejar este poder de forma correcta y beneficiosa para todos.

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