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domingo, 22 de junio de 2014

El futuro de los catálogos de las bibliotecas




Es un hecho evidente, que con la aparición de herramientas como Google Scholar y el acceso que permiten las bibliotecas a los repositorios internacionales como Wok o Scopus y nacionales como Dialnet, y herramientas como Mendeley y los llamados RDS - Resource Discovery Systems, los catálogos de las bibliotecas han tenido un descenso importante en los accesos que investigadores y estudiantes realizan.




Actualmente, preguntando a varios investigadores, siempre me contestan lo mismo: si quiero consultar algo, primero voy a Google Académico. Y esto es un hecho.... ¿ello quiere decir que los catálogos de las bibliotecas desaparecerán? bueno, hay opiniones para todo.

Después de leer varios artículos y comentarlo con algunos expertos, creo que hay dos opciones que tienen actualmente las bibliotecas:

1) Sería, "si no puedes con el enemigo, únete a él" --> por decirlo de alguna forma divertida... bueno, si la información ya existe, ¿porque la voy a duplicar?, es entonces cuando la biblioteca, potencia y facilita el acceso a estos repositorios donde ya está la información,

2) Sería, "voy a ser mejor que el enemigo" --> también una forma divertida de decir, en base a la información que los repositorios aportan, mejorar la información, aportar un valor añadido. La biblioteca deben crear catálogos que tengan herramientas de descubrimiento de datos, curación de datos, etc.. que puedan aportar un valor añadido a una consulta Google Scholar, la información está más elaborada, es más fiable y más especializada.

En el artículo que os enlace aquí, se habla de las dos alternativas con detalle, con los casos de Cambridge (UK) y de la universidad de Utrecht (Holanda).

Para el caso de eliminar el catálogo de la biblioteca, aunque parece una decisión drástica, comentan que, después de 6 meses del cierre, no existen mayores problemas. Eso sí, se ha potenciado el uso de herramientas de descubrimiento (RDS - Reosurce discovery systems), facilitar acceso a Google Scholar y Scopus y abrir repositorios, y también fomentar la cooperación con otras bibliotecas el máximo posible. Parten de la base que herramientas como Google Scholar, utilizan recursos semánticos y con herramientas como Mendeley y otras, ya pueden poner a disposición de investigadores y estudiantes, recursos suficientes.


Para fomentar el uso del catálogo, especializan la biblioteca y utilizan herramientas RDS como Primo (de Ex Libris), EDS (de EBSCO) y Summon (de proQuest). Seguramente, aunque no lo comentan, también realizan tareas de curación de datos.






¿Qué opináis? ¿Van a desaparecer los catálogos? ¿Alguien tiene experiencia en alguna de estas herramientas RDS, Primo, EDS o Summon?

viernes, 7 de septiembre de 2012

Mendeley, la nueva sensación



Después de leer un post de Patrick Dunleavy al cual podéis acceder en el siguiente link,

 http://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/2012/08/20/organisation-research-library-mendeley-convert/

 Y después de haber leído otros artículos y comentarios que hablan sobre Mendeley, me lo instalé para juguetear un poco con él. Desde mi humilde opinión, creo que realmente es una muy buena herramienta.

Me descargué la versión Mendeley Desktop y la instalé en el PC, y añadí algunos documentos de forma muy sencilla y además creé un grupo que te permite contactar con otras personas. Todo ello es muy sencillo e intuitivo. Yo no tengo una producción científica como tal, pero leyendo el post, queda claro que es muy sencillo cargar todos los documentos en la base de datos Mendeley (cloud db) y además te permite descargarla en otro PC (Mendeley Light para iPad y Smartphone) desde donde poder ver todos los materiales. Mendeley sincroniza automáticamente todos los contenidos de las librerías, con un solo click.

Además:

Se pueden clasificar los documentos entre diferentes directorios, aunque los dupliques, pero siempre se puede ver el total en “All documents”. Te permite buscar por diferentes campos.

Mendeley puede organizar los PDFs automáticamente extrayendo los detalles de las citaciones y creando una base de datos de búsqueda basada en la revista, autor, publicación, año, etc…

Permite añadir anotaciones y resaltados a tus documentos.

Puedes crear grupos colaborativos para compartir papers y citaciones con colegas directamente desde Mendeley Desktop.

Todo esto y más se puede hacer sin pagar nada y el almacenaje también es gratuito para el primer gigabyte. Aseguran que es muy fácil de utilizar.

Todos los pdf se cargan en la bd de Mendeley pero si la publicación tiene acceso restringido o cerrado, solo la puedes ver y bajar tú.

Según comenta Patrick, Mendeley te permite crear un directorio público de tus publicaciones. Para ello, vas a Google Scholar "My citations", seleccionas las publicaciones y las exportas en formato Bibtex a un fichero en tu escritorio, entonces vas a Mendeley al directorio "My publications", mueves el fichero Bibtex a la ventana de Mendeley y listos!! en un minuto tienes todas tu citaciones perfectamente formateadas en Mendeley y visibles para los aprox. 2 millones de usuarios de Mendeley mundiales (y para los motores de búsqueda!). Esto es solo para citaciones, no para el documento.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Adentrándose en el mundo Open Access


A veces, cuando leo sobre algún tema, me gusta ver el origen de todo ello. Eso es lo que me ha llevado a buscar los orígenes del movimiento Open Access para entender mejor su significado.

El término OpenAccess es usado de forma variable, aunque al final se resume en la posibilidad que la publicación de un autor pueda verse de forma libre en algún lugar.

Según Wikipedia, OpenAccess (OA) se refiere al acceso on-line ilimitado de artículos publicados en revistas académicas, así como de capítulos de libros o monografías, entre otros.

A veces, aparece el término OpenContent que es similar al OA, pero suele incluir más restricciones como derechos de modificación del trabajo.

El movimiento OA (como movimiento social), se inicia en los años 60, pero empieza a cobrar importancia en los 90, junto con la era digital. Con el crecimiento de Internet y su facilidad para copiar y distribuir datos electrónicos sin coste, los argumentos de un acceso abierto, ganaron relevancia.

El primer archivo libre científico on-line fue arXiv.org del año 1991 (inicialmente para físicos). Y con el paso de los años, se han ido creando nuevos repositorios OA, así como revistas OA.

En cualquier caso, OA nace con un encuentro en Budapest en diciembre de 2001 de la ‘Open Society Institute’ que dio lugar al “Budapest OpenAccess Iniciative (BOAI)”. Allí se definió OA como: “La literatura que debería tener libre acceso on-line es aquella que los académicos ofrecen al mundo sin esperar cobrar a cambio”. Así mismo, Peter Suber, la definió como: “OA elimina barreras de precio (tasas, suscripciones) y barreras de permisos (copyright y restricciones de licencia) para tener literatura libre de impuestos y con las mínimas restricciones.” Y siempre se refiere a las publicaciones digitales porque son las que sus copias no tienen coste.

Otro encuentro en abril de 2003 en el Instituto médico Howard Hughes, Maryland, dio lugar al “Bethesda Statement on OA publishing” que extiende la definición de OA incluyendo ya temas de copyright. En octubre de 2003, la conferencia de OA para Ciencias y Humanidades dio lugar a la conocida Declaración de Berlín. Para aplicar esta última declaración, las instituciones deben implementar una política en la que deben requerir a todos sus investigadores que depositen una copia de todos sus artículos publicados en un repositorio OA y fomentar que sus investigadores publiquen en revistas OA y darles el soporte necesario para hacerlo.

A todo ello, todos sus defensores suelen coincidir en que OA no pretende reformar el actual sistema de comunicaciones académico sino transformarlo para que sea efectivo en el escenario de rápidos cambios tecnológicos. En principio, los trabajos OA son de libre acceso, pero no necesariamente, de hecho, OA tiene dos ejes: Gratis-libre / Green-Gold, donde:

Gratis OA
, se refiere al acceso on-line sin coste.
Libre OA, se refiere a que la publicación contiene algunos derechos de uso. Por ejemplo, las licencias ‘creativeCommons’ se pueden usar para especificar ciertos derechos de uso.

Green OA, Proporcionado por los autores publicando en una revista y luego autoarchivando el post-print en sus repositorios institucionales o en otras web OA. El Green OA, por lo tanto, está gestionado por la comunidad de investigadores.
Gold OA, se provee por editores publicando en revistas OA que proveen un OA inmediato a todos los artículos en la web del editor. También existen revistas hibrid OA, este tipo de revistas proveen Gold OA solo para los artículos en las que los autores u otros pagan una cuota OA de publicación. El Gold OA, por lo tanto, está gestionado por la comunidad de editores.

Existe un amplio debate económico sobre el OA, como es de suponer, entre investigadores, académicos, editores, universidades, gobierno, etc…

Algunas revistas no-OA tradicionalmente han cubierto los gastos de publicación a través de suscripciones, licencias o pay-per-view. Algunas revistas no-OA después de un período de embargo de 6 o 12 meses, proveen OA.

Lo que es cierto es que la publicación en revistas Gold-OA ha tenido un rápido crecimiento entre los años 2.000 a 2.009. El registro en repositorios OA (ROAR) también ha crecido considerablemente.

Algunos editores OA como PLoS (Public Library of Science) publica solo artículos OA, otros van a base de suscripciones o sistemas híbridos OA y no-OA.

El motivo que lleva a cada vez más autores a publicar en OA es para incrementar el impacto de sus publicaciones. Hay varios estudios que demuestran que un artículo OA es más citado y usado que uno al que se accede a través de suscripción. Además, no olvidemos que OA reduce considerablemente los tiempos de publicación de los e-prints.

Por lo tanto, las formas de publicación que hay actualmente son:
- Publicar en una revista OA. El autor puede tener que pagar un cuota para publicar o no, pero si la tiene que pagar, normalmente lo paga la universidad o la institución a la que pertenece o bien el financiador de la investigación.

- Autoarchivo. Es el caso Green-OA. Por ejemplo, se puede mirar en SherpaRomeo web site (proyecto SHERPA), mantiene una base de datos pública sobre las políticas de autoarchivo de los editores. Suelen autoarchivarse los e-prints que suelen ser la versión final aceptado por alguna revista pero antes de los cambios del editor. Se suele autoarchivar en: web site personales de los autores, repositorios temáticos, repositorios institucionales, webs de departamentos, etc… El software más usado es: EPrints, DSpace o Fedora, entre otros.

Sitios para buscar:
- Directory of Open Access Journals: lista de artículos OA peer-reviewed.
- Open J-Gate: (artículos OA en inglés)
- Search engines: OAISter, Google Scholar, Google books (libros OA), etc…

A todo ello, la comisión europea (EC) tiene legislación sobre OA y recomienda lo siguiente:

“Research funding agencies…should establish a European policy mandating published articles arising from EC-Funded research to be available after a given time period in OA-archives…”

El proyecto OpenAIRE sobre el cual ya he hablado anteriormente en un post tiene asignado el 20% del presupuesto del 7PM como muestra de la apuesta de la EC por el OA.

miércoles, 3 de agosto de 2011

¿Entramos en la era de las métricas gratuitas?

Parece ser que Google y Microsoft quieren lanzar herramientas bibliométricas gratuitas para el análisis de citaciones, ver redes de investigación y seguir los campos de investigación más candentes.

El sistema servirá para aquellas instituciones que no pueden (o no quieren) utilizar plataformas de pago como Thomson Reuters' Web of Knowledge o Elseviers's Scopus database.

Google Scholar lanzó GSC (Google Scholar Citations, que de momento está en versión beta accesible por invitación), que permite además al investigador crearse su profile personal con sus publicaciones en la base de datos Google Scholar con el número de citaciones, el índice-h para medir tanto la productividad del investigador como el impacto de sus publicaciones.

Por otro lado está Microsoft Academic Search (MAS), lanzado en 2009 y que tiene una herramienta similar a GSC.

Según he podido comprobar, en general, los investigadores valoran mucho la información que pueden obtener de Google Scholar. Recuerdo un día que hablaba con un investigador de una universidad que me dijo textualmente:

"para qué complicarse la vida!. Cuando buscamos algo, tanto yo como mis compañeros lo buscamos en Google Académico, si no lo encontramos o lo que encontramos no nos satisface entonces ya entramos en las plataformas de pago a las que tenemos acceso por trabajar en la universidad" y añadió "yo conozco mi área de conocimiento y las personas referentes de ella y puedo saber si una información es más o menos fiable".

A todo esto hay que añadir que una de las ventajas que encuentro en Google Scholar (GS) es que indexa todo tipo de publicaciones (libros, informes científicos-técnicos, proceedings, working papers, jornadas, ponencias, tesis y tesinas, etc...) a diferencia de las bases de datos de pago que suelen indexar básicamente artículos de revistas, por lo tanto, se pueden obtener métricas más amplias. Además, GS también indexa información tanto de ciencias sociales como de humanidades. Si bien es cierto que una de sus desventajas es precisamente que la indexación es automática con lo cual no está "libre de errores", es decir, al ser un sistema automático, se producen errores que a veces pueden hacer inteligible la referencia o con datos erróneos. También hay que tener en cuenta que solamente recupera las 1.000 primeras referencias ordenadas por número de citaciones, disponibilidad del texto completo, el autor y la publicación.

Yo creo que también es una desventaja el hecho de no diferenciar, por ejemplo, documentos peer-reviewed o bien documentos procedentes de acuerdos con editoriales o publicaciones de confianza, no permitiendo al que busca, tener una pista más sobre la fiabilidad del documento.

De todas formas, si GSC logra obtener unas buenas métricas, creo que está muy bien posicionado para ser herramienta de referencia en métricas, aunque no creo que lleve a desbancar a las bases de datos de pago, pero siempre puede ser un paso previo para que, en caso de querer obtener una referencia fiable, por ejemplo, comprobar su autenticidad a traves de WOK o Scopus o que sirva para comparar métricas, etc... quizás estamos hablando de herramientas complementarias. En todo caso, el futuro (no tan lejano) dirá.

Referencias, a parte de haber podido comprobar el funcionamiento la herramienta personalmente:
http://www.nature.com/news/2011/110802/full/476018a.html?WT.mc_id=FBK_NPG
http://eprints.rclis.org/bitstream/10760/13902/1/Torres-Salinas,_Ruiz-Perez,_Delgado-Lopez-Cozar-Google_scholar_como_herramienta_para_la_evaluacion_cientifica.pdf

domingo, 12 de junio de 2011

La evaluación de la investigación











Mucho se habla de la evaluación de la calidad de la investigación y he intentado hacer un pequeño resumen y análisis. Empecemos por el principio:

Todo empieza por tener en cuenta la Cienciometría que es la ciencia que estudia la producción científica con el fin de medir y analizar la misma. Se lleva a cabo a través de la Bibliometría que es la medida de las publicaciones científicas.

La Bibliometría aplica métodos matemáticos y estadísticos a toda la literatura de carácter científico y a los autores que la producen, con el objetivo de estudiar y analizar la actividad científica. Se ayuda de las leyes bibliométricas, basadas en el comportamiento estadístico regular que a lo largo del tiempo han mostrado los diferentes elementos que forman parte de la ciencia (las leyes son: Ley de crecimiento exponencial, Ley de la productividad de los autores, Ley del envejecimiento u obsolescencia de la literatura científica, Ley de dispersión de la literatura científica. Ver más detalles en Wikipedia ).

Los instrumentos utilizados para medir los aspectos de este fenómeno social son los indicadores bibliométricos, medidas que proporcionan información sobre los resultados de la actividad científica en cualquiera de sus manifestaciones.
Los principales indicadores bibliométricos son:

Indicadores de producción : se basan en el recuento de publicaciones científicas. (cantidad de publicaciones producidas por un autor, país o institución durante un período determinado o cantidad de autores responsables del 50% de los trabajos publicados).

Indicadores de circulación : Miden la presencia de documentos en las bibliotecas y bases de datos bibliográficas.

Indicadores de dispersión : distribución de los trabajos en las revistas.

Indicadores de uso de la literatura científica : El consumo de información se mide a través del cómputo de publicaciones y el análisis de referencias.

Indicadores de visibilidad o impacto : recuentos del número de citaciones que reciben los documentos durante un periodo determinado de tiempo o a partir de su publicación. Uno de los indicadores más usados e importantes es el factor de impacto (FI), número medio de citas recibidas por un artículo en un período de tiempo específico. Mide la relación entre las citas recibidas y los artículos publicados en una revista.

Indicadores de colaboración : miden las relaciones que han existido entre los productores o agentes científicos y que han finalizado con la publicación conjunta de resultados científicos. Se basan en los datos de autoría.

Obsolescencia de la literatura científica : El crecimiento de la ciencia lleva consigo aparejado un rápido envejecimiento de la literatura científica, es decir, existe una tendencia elevada a que las publicaciones científicas caigan en desuso con el paso del tiempo. Tiene en cuenta si se producen en campos de investigación que avanzan rápidamente, entre otros.

Uno de los indicadores más utilizados son los de visibilidad o impacto, que están ampliamente definidos por el ISI y sus bases de datos. El factor de impacto, fue definido por Eugene Garfield que creó el Information Sciences Institute (ISI) de Filadelfia en 1960, que publica y mantiene una serie de productos que se utilizan a la hora de realizar estudios bibliométricos, como son el Science Citation Index (SCI) y el Journal Citation Report (JCR). También debemos tener en cuenta potentes bases de datos como Scopus o Google Scholar que cada vez cobran más relevancia.

En general, los estudios bibliométricos sirven para conocer la producción científica de los investigadores, la actividad científica de un país, los autores más productivos, el envejecimiento de la ciencia, para la suscripción de libros o revistas por parte de bibliotecas y centros similares y evaluar las actividades y políticas científicas, evaluar al profesorado y a los centros universitarios, entre otros; y sus resultados pueden influir en la concesión de proyectos y ayudas a investigadores y grupos de investigación y de ahí radica su importancia.

Aún así, el uso de estos indicadores está sujeto a controversia y existe mucho debate sobre el uso de los mismos. Por ejemplo, parece ser que el ISI diferencia los diferentes tipos de contribuciones que se publican en las revistas científicas (artículos, cartas, etc.). Algunos de estos documentos, como los artículos se prestan más a ser citados que otros. En el cálculo del numerador del cociente que determina el índice de impacto, el ISI incluye todas las citas recibidas por una revista científica durante un año determinado, mientras en el cálculo del denominador se incluyen sólo los artículos usuales, notas y revisiones. El problema está en que muchos documentos como cartas, editoriales, etc son de hecho citados y consiguen aumentar el número citas de una revista determinada y, de acuerdo con el procedimiento que sigue el ISI, no se cuentan como documentos citables en el denominador, con lo cual aumenta el índice de impacto artificialmente.

Por otro lado, también creo que, cuando un artículo ya se ha citado en otros artículos, debe tender a ser citado menos veces en pos de los documentos (más actuales) en los cuales es citado, pero de una forma u otra, es citado.

Mi opinión después de leer documentos y opiniones al respecto es que realmente para obtener unos buenos resultados se debe utilizar una combinación de datos bibliométricos y no-bibliométricos (por ejemplo institucionales), para analizar e interpretar los resultados y que aporten conclusiones para evaluar tanto la cantidad como la calidad de la producción científica de una institución y, obviamente, para ello los modelos matemáticos y estadísticos nos pueden ayudar, pero está claro que la valoración de analistas y expertos puede ser determinante para obtener unos resultados válidos.

Además, para evaluar una institución no solamente tenemos que medir las publicaciones ya que hay otras actividades que se llevan a cabo y que son igual de importantes. De hecho, según argumenta el mismo Garfield, no debe tomarse solamente como referente un indicador como es el índice de impacto.